sábado, 15 de junio de 2013

I

Descubrí que el tiempo no cura nada. No cura  las cicatrices de mi espalda. No cura las heridas provocadas. No cura el daño de los años. Nada. Estaban a punto de tocar las doce en las agujas clavadas en mi corazón, hasta que volvieron a congelar sus segundos cuando me atreví a volverte a mirar. Se puso en marcha el cronómetro que medía la velocidad que tiene el recuerdo de resucitar del olvido, de la misma manera que hacen estas sábanas que conservan el sueño que no tuvimos aquellas noches.
La diferencia entre tú y yo, sin embargo, era que tú no querías participar en la segunda batalla que te estaba declarando. No te atrevías a volver a perder, no contra mi, sino conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario